Originals de Adam Grant, este es el título en inglés de tu éxito de ventas en el que describes cómo se pueden tener buenas ideas. ¿Nos vas a desvelar cómo se te ocurrió?
Para ser sincero, el punto de partida fue una idea realmente pésima que tuve. Uno de mis estudiantes me preguntó si no quería invertir en la start up que estaba gestando con un par de compañeros. Eché un vistazo al proyecto y lo rechacé amablemente.
¿De qué iba la start up?
Querían vender gafas por Internet. Para mí no tenía sentido. Si se quieren vender gafas, se tienen que medir los ojos de los clientes, ¿cómo se va a hacer eso por Internet? Además, el equipo no parecía plantearse la cosa con mucha seriedad. En lugar de dedicarse a tiempo completo a su start up durante las vacaciones de verano, los tres estudiantes estaban haciendo unas prácticas. Y necesitaron seis meses para pensar en un nombre para su empresa, Por decirlo de manera suave, estos estudiantes eran un poco holgazanes. Sin embargo su empresa, Warby Parker, fue un éxito rotundo. El valor de esta empresa sobrepasa hoy los mil millones de dólares.
¿Y aprendiste de esta valoración errónea?
Cuando pierdes una oportunidad así, te preguntas muy seriamente: ¿qué he hecho mal? Así surgió el libro. Quería averiguar cómo se pueden reconocer mejor las buenas ideas. Y cómo las personas logran, no solamente tener buenas ideas, sino también ponerlas en práctica.
Todos deberíamos atrevernos a pensar de manera un poco más inconformista.
A estas personas las describes en tu libro como «inconformistas». ¿Hay que salirse del molde para poder ganar?
Perturbación es la última palabra de moda, Cuando estudias ideas perturbadoras te das cuenta rápidamente de que a menudo empiezan en el inconformismo. Con alguien que dice: la manera en la que hemos solucionado hasta ahora el problema X o Y es un disparate. Y alguien que toma un camino mejor a pesar de toda la resistencia que encuentra. Pues los inconformistas tienen que enfrentarse siempre a la resistencia.
¿Porque la originalidad molesta?
En cuanto tienen éxito, se admira, incluso se venera a los inconformistas. ¡Fíjate en el ejemplo de Steve Jobs! En 1970 no lo quería nadie todavía. Cuando los inconformistas desarrollan o prueban sus ideas, a menudo se piensa que son molestas. Los estudios demuestran que las personas que piden normalmente la palabra tienen más dificultades para ascender. Los inconformistas que no permanecen callados pagan un elevado precio.
Adam Grant, nacido en 1981 en Michigan (EE. UU.), es profesor de psicología organizacional en la Wharton Business School de Filadelfia. Además es asesor de organizaciones y empresas. Todos sus libros acaban en las listas de los más vendidos del «New York Times». Entre ellos figuran títulos como «Originales: cómo los inconformistas mueven el mundo», así como «Dar y recibir: por qué ayudar a los demás conduce al éxito». La última obra de Adam Grant, publicada en 2017, se titula «Opción B: Afrontar la adversidad, desarrollar la resiliencia y alcanzar la felicidad». Este éxito de ventas lo escribió en conjunto con la directora ejecutiva de Facebook, Sheryl Sandberg.
¿Cómo puedo convertirme yo entonces en una máquina de ideas inconformistas?
Con frecuencia, la originalidad empieza cuando alguien ve algo que ya conocía desde una nueva perspectiva. Es decir, lo contrario de un déjà vu. Eso se conoce como un vuja de. Por ejemplo, las colas de los taxis. ¿Cuántas veces ha esperado Travis Kalanick un taxi desesperado mientras veía coches pasar con asientos vacíos? Cientos de veces. Hasta que de repente se preguntó: ¿por qué no puedo ir yo también en ese coche?
Y fue así cómo creó Uber.
¡Exacto! La cosa es que todos tenemos a menudo esta especie de momentos vuja de. Pero, a diferencia de Travis, no nos atrevemos a hacer algo con ellos.
Los inconformistas con éxito sienten los mismos miedos y dudas que el resto de personas. La diferencia es que ellos hacen algo a pesar de ello. Porque si no lo intentasen lo lamentarían aún más.
¿Qué es importante además del contenido de una idea?
Cuando se trata de buenas ideas, la «procrastinación», es decir, dejar las cosas para luego y perder el tiempo, puede ser algo muy positivo. Esto lo hemos podido corroborar en distintos experimentos. Por ejemplo, al darle a un grupo una tarea creativa que tenían que realizar en seguida. Otro grupo recibió la misma tarea, pero primero podía jugar con el ordenador al buscaminas durante unos minutos. Los que jugaron al buscaminas obtuvieron resultados notablemente mejores.
Pero todo esto no se puede aplicar a un procrastinador que espera siempre hasta el último minuto para empezar a trabajar, ¿verdad?
No, eso es cierto. Entonces uno está solo en modo de supervicencia y no es capaz de pensar en las mejores ideas. El truco es el siguiente: empezar rápido y acabar lento. Así dejamos la puerta abierta para nuevas ideas durante un tiempo sin tener que retrasarnos. Los de Warby Parker hicieron eso precisamente. Para escoger un nombre, acumularon y descartaron tantas ideas hasta que dieron con el nombre correcto.
¿No es mucho mejor tener una buena idea rápido que seguir hurgando y al final tener que escoger una entre cientos de ideas?
¡Para nada! La mejor manera para dar con una idea original es crear la mayor variedad posible. La mayoría para después de una hora de lluvia de ideas y se dan por contentos con veinte ideas. Pero se requieren como mínimo doscientas ideas para llegar a los límites de la originalidad. Y el mayor enemigo de la innovación y las buenas ideas es pensar en grupo. El que muchas personas similares trabajen demasiado tiempo en una cosa perjudica la diversidad de las ideas. Eso no es una buena idea.
Se necesita un pajar bastante grande si se quiere encontrar buenas agujas dentro.