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El ascenso a la fama de McCurry comenzó con un viaje con la mochila a cuestas por La India, Pakistán y Afganistán en una época en la que los rollos de película y las noches en vela en el cuarto oscuro eran el pan de cada día de todo fotógrafo.
Con la ayuda de un grupo de refugiados afganos, McCurry llegó a Afganistán en plena invasión soviética en 1984. Allí, documentó la brutalidad de las fuerzas invasoras y las penurias a las que tuvieron que hacer frente todos los que quedaron atrás sumidos en el caos. Una de esas fotos, la de Sharbat Gula, La niña afgana, fue portada de la edición de junio de 1985 de la revista National Geographic y lo consagró como uno de los reporteros gráficos más importantes de nuestro tiempo. Otras se publicaron en The New York Times, TIME y Paris Match.
Avanzamos casi 40 años en la trayectoria profesional de este auténtico icono y nos encontramos a McCurry viajando de nuevo, esta vez a las Highlands de Escocia: unas tierras serenas, salvajes, indómitas. Este viaje no se parece en nada a aquellos primeros días en los campos de refugiados afganos. No obstante, al sentarnos con este fotógrafo de la agencia Magnum para la entrevista, averiguamos que todavía le quedan algunas cosas por las que sentirse entusiasmado.
«Por mis venas corre sangre escocesa», revela McCurry. «Pensar en la vida que llevarían mis antepasados aquí, si serían pastores o campesinos, es algo que me resulta fascinante».
McCurry ha venido hasta estas exuberantes llanuras abiertas situadas al borde del Atlántico Norte para documentar el paisaje. Su compañero de viaje es un BMW iX. Este SAV diseñado para ofrecer confort y rendimiento es el aliado ideal para moverse por estas remotas tierras en las que el viento y la meteorología (➜ Leer más: Por los Alpes en bici de carreras y el BMW iX) suelen ser los protagonistas.
«Me encantan estas montañas», dice McCurry cuando le preguntamos por su motivación para realizar el viaje. «Pero también hay algo en la impredicibilidad del tiempo y de las condiciones que me resulta muy emocionante. Es totalmente arrebatador».
Creo que las fotografías tienen que llevarnos de viaje. Hacernos sentir algo: ganas de reír, felicidad, tristeza, alegría.
Cabría pensar que un terreno como este también entraña un desafío. Los fotógrafos son conscientes de lo importante que es elegir la ropa y los aparatos adecuados para este tipo de proyectos. Pero descubrimos que el planteamiento de McCurry es reconfortantemente relajado.
«Viajo con lo mínimo», confiesa. He traído un chubasquero, guantes, un gorro, un trípode, discos duros y un par de Leicas. También suelo trabajar con dos objetivos nada más: uno de 24-90 milímetros y otro de 16-35 milímetros. Trabajo con pocas herramientas, llevo años así; me bastan para todo lo que veo».
Y la verdad es que McCurry ha visto mucho. Ha estado y trabajado en los seis continentes, sus imágenes más icónicas están tomadas en países como Afganistán, Sri Lanka, La India o Camboya, y algunos de sus lugares favoritos son Yemen, Etiopía, Bután y el Himalaya.
En muchos sentidos, las suaves colinas ventosas de Escocia están muy lejos de estos confines de la civilización tal como la mayoría de nosotros la entendemos. Así que, ¿por qué Escocia? ¿Qué es lo que tiene este lugar para empujar al norte al maestro de la fotografía? La respuesta es breve, pero está llena de energía en el sentido más literal: aerogeneradores.
«Creo que la humanidad tiene que pensar en fuentes de energía alternativas (➜ Leer más: Sostenibilidad en cada coche que produce BMW), como estos parques eólicos», comenta en relación con el principal motivo de su viaje: esas altas y solemnes torres blancas que ahora quedarán plasmadas para la posteridad en las composiciones de McCurry. «Algunas partes del mundo, como Escocia, ofrecen unas condiciones ideales para estos parques. Me encantó tener la posibilidad de visitarlas y fotografiarlas en este viaje».
En última instancia, el uso de energías alternativas es un juego de adaptación y de reimaginar lo que creemos que sabemos. Inevitablemente, la adaptación también ha desempeñado un papel fundamental a lo largo de la dilatada trayectoria que le ha permitido a McCurry crecer tanto en el plano profesional como en el personal. Por ejemplo, aquí, en Escocia: el BMW iX no ha sido un simple medio de transporte para McCurry y sus ayudantes; también ha sido la estrella ante la cámara en medio de los paisajes —un reto totalmente nuevo para alguien que se ha hecho famoso, sobre todo, por fotografiar personas y lugares.
«Quería mostrar el coche en el contexto de este lugar salvaje y hermoso», explica McCurry. «Es una auténtica preciosidad, y para mí ha sido un placer fotografiarlo con un paisaje tan espectacular de fondo. Creo que las fotografías tienen que llevarnos de viaje. Hacernos sentir algo: ganas de reír, felicidad, tristeza, alegría... y, en el caso de los paisajes, tienen que llevarnos a pensar: ‘¡Guau! Yo quiero ir ahí’. Tiene que ser interesante; tiene que ser dramático. Tiene que dejarte sin aliento».
Tal vez sea exactamente eso —la capacidad de dejarnos sin aliento en una fracción de segundo— lo que hace que McCurry y sus fotos destaquen. Incluso entre los mejores, su nombre sigue teniendo esa resonancia especial que nos permite reconocer al instante su estilo característico y su sentido de la fragilidad y el dramatismo humanos. No es ninguna coincidencia, aunque él solo lo admita a regañadientes.
Ante nuestra insistencia para que hable brevemente sobre su propio éxito, dice: «Me esfuerzo por hacer fotos que cuenten una historia universal, y creo que la gente responde a ellas porque tienen un componente emocional».
Pero lo más importante, subraya, es la determinación, la persistencia y, sobre todo, la curiosidad.
«Tiene que gustarte mucho lo que haces», añade. «Pero, sobre todo, hace falta mucho trabajo y mucha pasión».
Además, puede dar la sensación de que viajar a uno de los rincones más remotos y ventosos de Europa supone mucho trabajo. Las carreteras pueden ser tortuosas y las condiciones pueden ser implacables para un simple ser humano que intenta alcanzar la siguiente cima con una cámara y un trípode a cuestas esperando capturar ese momento perfecto de luz, sombras, elementos y tiempo. Muchos fracasarían en tales circunstancias. En este sentido, resulta útil no esperar demasiado, según comenta McCurry.
«Intento mantener la mente abierta y no excederme con los preparativos. Sí que reúno algunos conocimientos básicos de la zona cuando voy a algún sitio, pero no quiero decepcionarme por una idea preconcebida del sitio al que voy».
¿Y qué pasa si fracasas después de todo? McCurry sabe mejor que la mayoría que a veces, sencillamente, no se consigue la foto. Algunos días, las cosas no salen bien.
Esos días, tanto si uno está a la caza de la próxima portada de National Geographic en los confines de la tierra como desafiando a los elementos mientras prepara meticulosamente su equipo para capturar ese momento mágico durante la hora dorada, o si se encuentra en medio de las ventosas colinas escocesas a los pies de gigantes blancos, como en este caso, puede que sirva de ayuda recordar que, tal vez, después de todo, solo son fotos.
Eso podría hacer pensar que la verdad humana que ha hecho de la fotografía de McCurry un éxito sin parangón con el paso del tiempo en realidad tiene que ver con algo totalmente distinto. Podría ser algo tan sencillo como la alegría del viaje en sí y la felicidad que aporta.
«Mis momentos más felices han sido en la naturaleza, en entornos salvajes. Poder estar ahí, sin nadie más, escuchar los sonidos, mirar a tu alrededor. Sentirte agradecido por estar vivo en un mundo tan increíble como el nuestro», señala. «No hay nada mejor que eso».
En Escocia, McCurry ha viajado a varios destinos cuidadosamente seleccionados, acompañado por sus ayudantes y el BMW iX. Estos son los lugares que ha visitado:
Reserva natural de Alladale: Un lugar premiado incluido en la lista de National Geographic Best of the World: six places to rediscover nature for 2021 and beyond. Esta finca privada ofrece alojamiento, actividades y eventos, y realiza una gran inversión en iniciativas de sostenibilidad en la zona, por ejemplo, la plantación extensiva de árboles, la restauración de turberas, el aprendizaje al aire libre para adolescentes y múltiples proyectos dedicados a la fauna y la flora.
Parque eólico de Novar Estate: Esta finca familiar es un próspero establecimiento de las Highlands que ocupa más de 20.000 acres e incluye tierras de cultivo, explotaciones forestales, montes, campo de tiro, zonas de pesca y, más recientemente, infraestructuras de energía alternativa.
Wyvis Estate: Una finca familiar única que cuenta con su propia presa hidroeléctrica que se utiliza, entre otras cosas, para calentar el agua de la piscina.
Presa hidroeléctrica de Cruachan: Construida en los años cincuenta, esta central hidroeléctrica de acumulación por bombeo se encuentra en una «montaña hueca» y suministra importantes cantidades de energía directamente a Glasgow.
Autor: David Barnwell; Fotos: Steve McCurry, Robert C. Brady; Video: BMW