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Potencia en CV, revoluciones máximas y velocidad: ¿qué parámetro falta? Exacto, la aceleración. De 0 a 100 kilómetros por hora. Un valor que los amantes de los coches conocen de sobra. Una referencia que los niños aprenden de memoria con los videojuegos de carreras. ¿De 0 a 100 km/h en 3,9 segundos? ¡Increíble!
Breve historia de la aceleración
Durante mucho tiempo en la historia de la aceleración de los automóviles, las cosas no llegaron a despegar del todo. ¿Por qué? Muchos coches no contaban con la potencia necesaria para alcanzar siquiera una velocidad de 100 km/h. El primer vehículo en rebasar esta cifra fue el coche francés «La Jamais Contente» («La nunca feliz») en el año 1899. Este «cohete» de cuatro ruedas estaba impulsado por dos motores eléctricos con una potencia de 34 CV cada uno. Se desconoce el tiempo exacto que el vehículo tardó en acelerar de 0 a 100 km/h. Lo que sí se sabe es que antes de que el piloto Camille Jenatzy alcanzara la velocidad prevista, ya había recorrido algo más de un kilómetro en la pista de pruebas. De hecho, por aquel entonces la electromovilidad estaba al mismo nivel que la tecnología de combustión. Con la invención del motor de arranque eléctrico y la ampliación de la red de estaciones de servicio, el motor eléctrico quedó relegado a una segunda posición.
De 0 a 100: primero despacio, después volando
Medio siglo más tarde, los tiempos de aceleración eran ya mucho mejores. Pero todavía no podemos afirmar que los coches fuesen precisamente rápidos. En la década de 1950, un vehículo pequeño tardaba más de 30 segundos en completar el sprint estándar y los deportivos quedaban a duras penas por debajo de la marca de los 10 segundos. No obstante, se siguió avanzando a todo trapo en materia de aceleración. Cuando BMW lanzó el primer BMW M3 con una potencia de 200 CV hace ya unos 30 años, el deportivo alcanzaba los 100 km/h en unos nada desdeñables 6,7 segundos. El BMW M4 Coupé con 431 CV del año 2014 redujo este tiempo en algo más de dos segundos.
La falta de potencia ya ha dejado de ser una excusa, pero ¿qué más necesita un coche para alcanzar los 100 km/h en el menor tiempo posible? En este vídeo encontrarás la respuesta.
Aceleración óptima con ayuda de la tecnología punta
Pasemos ahora de la teoría a la práctica, de calcular la aceleración los hechos concretos. Las habilidades de conducción del piloto siguen desempeñando un papel crucial, especialmente en el caso de los coches con transmisión manual. Al fin y al cabo, el conductor debe saber a qué revoluciones debe hacer los cambios de marcha para poder así aumentar la velocidad lo más rápido posible. En los coches automáticos o con doble embrague, el conductor cuenta con la ayuda de un software de alta tecnología. Si el coche dispone de Launch Control, este se encarga de la mayor parte del trabajo. Este sistema controla las unidades técnicas de tal modo que al arrancar pisando el acelerador, se mantiene el régimen de revoluciones óptimo y los neumáticos se adhieren al asfalto con toda la tracción. En otras palabras, el ordenador calcula las condiciones para el sprint y, entonces, el coche acelera con la mezcla perfecta de adherencia y deslizamiento.
Gracias a los avances técnicos, la transmisión automática ha superado a la manual. Mientras que en el pasado los conductores más avispados alcanzaban los 100 km/h más rápido con coches manuales que los que llevaban automáticos, hoy en día salen perdiendo frente a los vehículos automáticos con Launch Control. Eso no quiere decir que no puedas divertirte cambiando de marcha manualmente.
Motores eléctricos, un futuro prometedor
Al igual que ocurre con todos los récords, con la medición de la aceleración surge también la pregunta: ¿cuáles son los límites? Los superdeportivos homologados para circular por carretera necesitan actualmente menos de tres segundos para llegar a los 100 km/h. Los coches de Rallycross con tracción casi ilimitada quedan incluso por debajo de la marca de dos segundos gracias a unas cajas de cambios con relaciones extremadamente cortas. Además, la creciente electrificación de los coches augura buenas perspectivas para aquellos que buscan batir nuevos récords.
En los coches eléctricos, el par máximo del motor está disponible en cuanto pisamos el acelerador. No es como un motor de combustión que necesita revoluciones para aumentar la velocidad. Asimismo, los coches eléctricos suelen prescindir de caja de cambios, por lo que no es necesario cambiar de marcha. Así podemos rascar alguna que otra décima. Cuando entren en juego otros parámetros como potencia, adherencia, etc., se podrá superar la marca de los dos segundos con coches eléctricos especialmente potentes en un futuro no muy lejano.
Normas para los récords
Es totalmente lógico querer documentar cualquier récord posible. Por ese motivo, los medios de comunicación del mundo del automóvil emplean dispositivos calibrados y controlados por GPS para realizar las mediciones. En el caso ideal, las mediciones se repiten en una pista plana y recta varias veces en ambas direcciones para minimizar influencias externas como el viento. Si bien en la mayoría de los países se trata de la mágica marca de los 100, en EE. UU. y Reino Unido es más común medir la aceleración de 0 a 60 millas por hora, lo que equivale aproximadamente a 97 kilómetros por hora. Lo que está claro es que tardar unos tres segundos en pasar de 0 a 97 o a 100 km/h es ya toda una proeza. Nada mal para empezar.
Antes de arrancar, desactiva el sistema de control de tracción DSC de BMW («DSC off»), de lo contrario, el ordenador regulará la potencia con el menor deslizamiento de las ruedas y saldrás más despacio de la casilla de salida.
Antes de arrancar, debes «pretensar» el BMW M4 Coupé. Para ello, lleva el motor al número ideal de revoluciones para arrancar mientras pisas el embrague. El número ideal de revoluciones de un motor depende de la adherencia de los neumáticos al suelo. Cuanto mayor sea el coeficiente de fricción, mayor será el número de revoluciones que podrás escoger para arrancar. En el caso del BMW M4 Coupé con transmisión manual, el rango oscila entre 3.200 y 4.000 rpm.
El siguiente paso es determinar el punto de máxima tracción de las ruedas. Lo ideal sería un deslizamiento del 5 al 30 %. Notarás enseguida si el deslizamiento es excesivo, ya que las ruedas comienzan a girar rápidamente. Si por el contrario se queda corto, el BMW M4 Coupé tardará más tiempo en coger velocidad. Recuerda que si tu coche no dispone de Launch Control tendrás que encargarte manualmente de todas estas tareas.
Por último, llegamos al cambio de marcha. Introduce la marcha siguiente suavemente y, sobre todo, en el momento oportuno. Al acelerar a toda velocidad, el mejor momento es cuando se alcanzan las 7.100 rpm. Si cambias de marcha demasiado pronto, la velocidad nominal disminuye y se pierde tiempo por falta de potencia. Si por el contrario tardas demasiado en cambiar de marcha y fuerzas el motor en exceso, podrías haber rebasado ya la potencia máxima del coche.
Practicar para la aceleración perfecta
Si quieres dominar la aceleración perfecta no basta con un par de intentos, ni siquiera para los profesionales. Vas a tener que probar una y otra vez hasta que consigas dominar el número de revoluciones apropiado para arrancar, el mejor deslizamiento y el cambio de marcha perfecto para una tracción óptima. Pero bueno, el que la sigue la consigue. Además, para conseguir una aceleración perfecta sería recomendable calentar el motor y apagar todos los accesorios consumen combustible, como por ejemplo el aire acondicionado. Por mucho que hagamos bien los deberes, tenemos que recordar que el tiempo que tarde nuestro coche en acelerar depende en gran medida de factores externos, como la temperatura ambiente y de la superficie, la adherencia del asfalto y si está seco o húmedo.
No olvides que quien intenta conseguir una aceleración extrema puede acabar pagándolo con el desgaste de los neumáticos y un sobreesfuerzo de la mecánica del coche.
Eso sí, no deberías practicar en la vía pública, sino mejor en un recinto cerrado adecuado, como una pista de carreras.