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Rafael Lozano-Hemmer se ha labrado una carrera brillante; de él podemos decir, por ejemplo, que fue el primer artista en representar a México en la Bienal de Venecia y que ha impartido conferencias en universidades de la talla de Princeton y Harvard. En el punto de confluencia entre la arquitectura y el arte performativo, Lozano-Hemmer utiliza cámaras, micrófonos, sensores y sistemas de seguimiento para que sus obras puedan captar información del público y reaccionar a sus intervenciones. En lugar de glorificar la tecnología, estas creaciones suelen lanzar una mirada crítica al presente. El tratamiento responsable de los datos, la omnipresencia de la vigilancia digital y los desafíos sociales asociados son temas recurrentes. Este enfoque le ha reportado numerosos premios.
Durante los últimos 25 años, el estudio Lozano-Hemmer se ha dedicado al uso experimental de la tecnología en el mundo del arte. De manera similar, la excelencia técnica de BMW se ha visto influida por la extensa relación de la empresa con el arte contemporáneo. ¿De la fusión de ambos enfoques podría surgir un equipo único y complementario?
Para su primer proyecto de colaboración con los ingenieros y diseñadores de BMW, Lozano-Hemmer se inspiró en el enfoque humanocentrista del nuevo BMW i7 hacia la luz, el sonido y la información; un enfoque que él también aplica a su arte. En Art Basel, Lozano-Hemmer expondrá una obra que se sirve de una nueva tecnología inalámbrica para detectar el pulso de los visitantes y convertirlos en una parte integral de la instalación. «Pulse Topology» es un entorno inmersivo de luz y sonido que se activa con la grabación del ritmo cardiaco de cada visitante. Esta instalación está compuesta por 6.000 bombillas centelleantes colgadas a distinta altura que crean un paisaje íntimo de crestas y valles que los visitantes están invitados a recorrer.
A raíz del diálogo con BMW, Lozano-Hemmer utilizará en Art Basel la misma tecnología de fotopletismografía con la que se activa «Pulse Topology» para transformar el habitáculo del BMW i7 mediante los latidos de los pasajeros. La iluminación, el sonido por Bluetooth y los gráficos computerizados mostrados en la pantalla panorámica del vehículo se regirán por los ritmos cardiacos detectados. Esta relación simbiótica puede considerarse una extensión del uso que el BMW i7 hace de la luz para crear una conexión significativa con el conductor y los pasajeros, algo que incluye desde luces que reaccionan a su presencia hasta diversos entornos sensoriales que reflejan su talante. Este nuevo concepto de diseño refleja la nueva forma de entender el lujo de BMW, que vendrá determinada por innovaciones inspiradoras en materia de sostenibilidad y digitalización.
Lozano-Hemmer nos ha dedicado unos minutos para explicar en qué se centra su trabajo y los vínculos que existen entre el enfoque de su equipo y las labores de investigación y diseño de BMW (➜ Leer más: Cómo comprar arte).
¿Cómo podemos crear objetos, experiencias o vehículos que intenten imaginar un mundo mejor del que tenemos?
Sr. Lozano-Hemmer, usted nació en México, estudió química física en Canadá y se siente igualmente atraído por la ciencia y el arte. ¿Cómo combina estos intereses y trayectorias tan dispares en su práctica profesional?
Yo tengo formación científica y alrededor de la mitad de la plantilla del estudio está especializada en programación, diseño electrónico, diseño industrial o ingeniería mecánica; nuestro perfil es muy científico. El resto son compositores, arquitectos, historiadores del arte y artistas. Es una combinación interesante porque los artistas son todos bastante nerds, y los ingenieros son todos muy creativos.
Me encanta la idea de crear obras de arte incompletas, experimentales y de naturaleza efímera, al estilo de las performances del mundo de las artes visuales. Igual que ocurre en la ciencia, el resultado de un experimento puede ser sorprendente. Las nociones que tomo como punto de partida son que la obra de arte no existe sin participación y que la obra de arte debe estar fuera de mi control. Obviamente, la idea no es mía. De hecho, viene de muy atrás. En muchas de mis obras se utilizan herramientas tecnológicas, como sensores, cámaras y micrófonos, para captar información de los participantes. Y, en este sentido, las obras de arte son conscientes.
Una cosa es aprender qué experiencias nos hacen únicos como seres humanos, pero, en su opinión, ¿qué es lo que nos une? ¿Cómo conecta con los ingenieros y desarrolladores de BMW con los que ha estado intercambiando ideas últimamente?
Las personas suelen entablar relaciones cuando comparten una experiencia. El arte une a las personas y les proporciona experiencias inolvidables. Hay muchos puntos de convergencia entre lo que hacemos aquí en el estudio y lo que los diseñadores e ingenieros de BMW viven a diario mientras realizan sus tareas de investigación y desarrollo. El «enfoque humanocentrista», como lo llaman en BMW, o el «arte de la participación», como lo llamamos nosotros, es el eje central para ambas partes. Nos une el hecho de que creamos experiencias para las personas y tenemos un punto de vista absolutamente empírico. Esto significa que lo que nos ocupa no son diseños enmarcados en un futuro utópico, sino algo que es aplicable en una situación tangible hoy. También tenemos cierta claridad en común. Creo que la belleza es fruto de una moderación cuidadosa y elegante, de prescindir de determinadas opciones. Además, compartimos otro factor que me parece muy importante: la sostenibilidad. Me encanta que este proyecto de colaboración con BMW se lleve a cabo en un momento en el que la marca está avanzando tan decididamente hacia la sostenibilidad. Todos estamos deseando hacer frente a los problemas de hoy para garantizar que haya un futuro.
La participación del público es crucial para su obra. ¿Alguna vez ha tenido miedo de que los componentes técnicos de su arte pudieran resultar un poco abrumadores?
Vivimos en una cultura tecnológica. La tecnología no es una herramienta, sino un lenguaje, y a mí me parece una realidad inevitable de la era de la globalización. Cuando utilizo tecnología me gusta dejar al descubierto los mecanismos implicados en el uso de los ordenadores, por ejemplo. También cuestiono la supuesta neutralidad que hay detrás de estas máquinas. Mi obra está justo en el límite entre la seducción de la participación, el empoderamiento del usuario y el entendimiento de que somos cómplices de esta tecnología que rastrea al visitante y de que es preciso darse cuenta para que podamos reflexionar sobre qué tipo de sociedad queremos.
¿Estar de pie en medio de una obra de arte compuesta por 6.000 bombillas es un estímulo o un momento de introspección?
Ambas cosas. Lo interesante de «Pulse Topology» es que, con las herramientas de escaneo, detección y rastreo, estamos intentando recabar datos personales, en este caso, datos biométricos: el electrocardiograma de un individuo. Información de carácter muy privado. Sin embargo, cuando la unes a los latidos del corazón de los demás participantes, se crea un coro. Y la suma de todos los latidos es más interesante que cualquier latido individual, porque permite convertir un retrato en un paisaje. Uno se siente rodeado de vida. La primera vez que creé una obra de arte con latidos, mi mujer estaba embarazada de mellizos. Como soy un nerd, pedí dos ecógrafos para poder escuchar en directo y al mismo tiempo el latido del niño y el de la niña. Eran totalmente distintos. Generaban ritmos que a veces estaban en fase y a veces en contrafase, como la música minimalista de Philip Glass o Steve Reich. Se me ocurrió la idea de grabar los latidos de muchas personas y hacerlos tangibles en un espacio, de hacer que el espectador se viese rodeado por esos ritmos. «Pulse Topology» es la culminación de una serie de obras de arte con las que pretendo crear estas experiencias al estilo de un concierto a partir del uso simultáneo de cientos o miles de latidos. El participante se ve inmerso en una multitud de constantes vitales y, al mismo tiempo, deviene reflexivo, porque cada grabación borra otra grabación anterior. Nos recuerda que solo estaremos en la sala durante un breve periodo de tiempo. Es un memento mori.
«Pulse Topology» hace visible lo invisible (el pulso humano). Como ha dicho, este proyecto de arte ha ido evolucionando constantemente durante muchos años, sirviéndose de la luz como medio determinante. En su opinión, ¿qué es lo que lo hace tan fascinante?
Me encanta el fenómeno de la luz porque tiene una naturaleza esquizoide. Es tanto una partícula como una onda. Y, según cómo la miremos, se comporta de una de las dos formas. Es bastante efímera. «Pulse Topology» utiliza 6.000 bombillas idénticas. Sin embargo, cada una se comporta de un modo muy distinto en función del participante: no solo detectamos la frecuencia cardiaca. El sistema también rastrea variables como la actividad sistólica y diastólica y las utiliza para crear patrones de luz únicos. Cuando visité las instalaciones de BMW en Múnich, me fascinó el uso de la luz dentro y fuera del nuevo BMW i7. El vehículo es un espacio inmersivo con un cierto halo y sutileza que traslada a la esfera pública. Felicito a los diseñadores sobre todo por su moderación a la hora de utilizar diversos tipos de luz. Se ha generalizado el uso de luces que cambian aleatoriamente de color: en vehículos, en ciudades, de hecho, en todas partes. Y eso es un problema. La elegancia viene de lo que no se hace. Qué movimientos y qué brillo elegir es una decisión de diseño muy específica que se toma mejor con moderación y estudiando a maestros como Josef Albers. Me encanta constatar que el BMW i7, a diferencia de los demás vehículos deslumbrantes con luces que cambian de color, no parece interesado en abrir posibilidades infinitas. Lo que busca es crear un conjunto bien escogido de experiencias lumínicas en las que una persona pueda sumergirse. Este comedimiento es más interesante que lo infinito. Es lo que da personalidad y chispa al vehículo.
Este tipo de progreso tecnológico no ha caído del cielo; es fruto del trabajo duro de gente apasionada que piensa de verdad en resolver los problemas y de personas que contribuyen a dar forma al futuro. ¿Qué visión tiene para el mundo?
Personalmente, me veo más como un activista, como alguien que aboga por el presente, en el sentido de que no puedo imaginar un futuro sin intentar primero actuar ante los difíciles problemas de nuestro tiempo. Eso es lo que creo que expresa BMW con su término «Forwardism»: defender que el mundo puede ser distinto de lo que es ahora. Para mí, la cuestión del futuro está invariablemente ligada a un compromiso de cambio en el presente. El Forwardism es el acuerdo al que hemos llegado todos de que debe haber un futuro, aunque actualmente nos comportemos como si no nos importase. Pero tiene que importarnos.
¿Cómo tendría que ser el futuro de BMW para acelerarle a usted el pulso?
Espero que BMW siga respaldando el arte y la experimentación, preocupándose por la sostenibilidad y nuestro entorno, y destacando por el trato digno y respetuoso que dispensa a sus empleados. Y, por supuesto, estoy deseando disfrutar de un viaje seguro, rápido y lujoso en el futuro.
El proyecto con Superblue y Rafael Lozano-Hemmer es un precioso ejemplo de lo que nos esforzamos por alcanzar con nuestras iniciativas culturales. Aspiramos a colaborar en pie de igualdad con mentes con visión de futuro y, lo que es más importante, a crear junto con nuestros socios algo que no existía antes y que solo puede existir gracias a los distintos acopios de experiencia e inteligencia compartida.
THIS IS FORWARDISM
Este artículo forma parte de nuestra serie THIS IS FORWARDISM, que reúne historias sobre personas que desean dar forma al futuro de manera consciente. Para aquellos que piensan en el mañana y aspiran siempre a más. Para los que buscan mejoras no solo para ellos mismos, sino también para las personas que les rodean. Para quienes consideran que avanzar y progresar forma parte de su naturaleza más profunda. El Forwardism es la alegría de ver y sentir el futuro antes de que se materialice. Es el desafío constante de las convenciones para vivir las mejores experiencias posibles. Y es que solo aquellos que cuestionen las convenciones de hoy podrán experimentar una sensación de alegría duradera también en el futuro.
Autor: Tassilo Hager; Art: Lucas Lemuth,Shin Miura; Fotos: Antimodular Studios, Enes Kucevic; Vídeo: BMW