En el mundo de Hervé Poulain, la armonía entre arte y velocidad es una fuerza que lo rige todo. Nacido en Francia en 1940, la vida de Poulain estuvo marcada por la pasión desde el principio. Ardiente amante del arte e influyente subastador, su mirada siempre atenta a la belleza caracterizó toda su carrera.
Su vida dio un giro apasionante cuando fusionó su amor por el arte con su pasión por las carreras. Tras cambiar su maletín por el casco de piloto, compitió en prestigiosos eventos, especialmente en las 24 Horas de Le Mans (➜ Leer más: 24 horas con la piel de gallina). Su participación en carreras iba más allá de un mero hobby, era una aspiración sería.
Al combinar sus dos pasiones – el arte contemporáneo y la velocidad – Poulain inventó el concepto de Art Cars junto con BMW (➜ Leer más: Historia del BMW Art Cars). Durante sus participaciones en Le Mans les confió el diseño de los coches de carreras de BMW a famosos artistas como Alexander Calder, Frank Stella, Roy Lichtenstein o Andy Warhol. Esta idea visionaria convirtió el circuito en una galería de arte móvil donde la velocidad y la belleza se fusionaban de un modo espectacular.
Conforme se acercaban las 24 Horas de Le Mans de 2024, tuvimos el gran honor de ahondar en la notable vida de Hervé Poulain en el marco de una entrevista. La trayectoria de Poulain sigue marcada hasta la fecha por una profunda filosofía y un impulso irrefrenable de fusionar belleza y acción, en un camino iluminado por sus propias palabras y experiencias.
Poulain reflexiona sobre sus motivaciones y toma como inspiración la sabiduría de Maupertuis, un filósofo del siglo XVIII. Se refiere a la idea de que la vida es efímera y está enmarcada por el nacimiento y la muerte, por lo que es prudente aprovechar al máximo el tiempo intermedio. Poulain cree que no se trata tanto de extender un legado más allá de nuestras vidas, sino de llenar bien ese intervalo. Esta es la filosofía que actúa como fuerza impulsora de Poulain. Las artes satisfacen su ansia de belleza, mientras que la emoción de la competición automovilística le ofrece la grandeza de la acción. Su lema personal es: «La muerte no me tendrá vivo». A los 83 años, es consciente de la finitud de la vida y, sin embargo, la enfrenta con humor.
Una de las contribuciones más celebradas de Poulain consistió en iniciar el proyecto BMW Art Car en el que se fusionaban a la perfección sus pasiones por la velocidad y el arte contemporáneo. Su participación en las 24 Horas de Le Mans destaca como testimonio de su creencia de que el arte puede trascender los confines de los museos y llegar al corazón de muchas personas. Según Poulain, «El mito de esta carrera surgió alrededor del ciclo cósmico del sol, a modo de metáfora de la vida humana llena de alegría y drama». La fascinación del público por las vertiginosas velocidades de la carrera y el valor caballeresco de los pilotos, a pesar de las rudimentarias medidas de seguridad de los primeros años de Le Mans, añade al evento un nivel adicional de drama y reverencia.
La iniciativa de Poulain de fusionar su pasión con el genio artístico de Alexander Calder, que creó una obra lúdica y llena de color para el primer BMW Art Car en 1975, fue crucial. «El éxito y el futuro del concepto de Art Car quedaron asegurados gracias a haber optado por Calder», explica Poulain. La elección no era un mero truco publicitario, sino un intento genuino de competir y ganar que causó furor entre los espectadores y los convirtió en fieles seguidores del BMW 3.0 CSL de Calder (➜ Leer más: Coches clásicos de carreras: leyendes des pasión de BMW).
La colaboración de Poulain con BMW a principios de la década de 1970 se produjo en un momento en que la marca aún estaba recién llegada al automovilismo. Reconoce la importancia del optimismo y la agilidad de BMW para las nuevas ideas. «La mente abierta de Jochen Neerpasch, mi único interlocutor, era como un milagro», recuerda. Neerpasch, director de BMW Motorsport a la sazón (➜ Leer más: Jochen Neerpasch: mentor de motorsport), quería construir un coche especialmente para Poulain en Le Mans, lo que supuso un giro significativo de los acontecimientos.
El 1975 BMW 3.0 CSL de Alexander Calder
Por iniciativa de Poulain, el artista estadounidense Alexander Calder diseñó un BMW 3.0 CSL, el primer vehículo en combinar arte y automovilismo y el nacimiento de la colección BMW Art Cars.
La primera colaboración artística con Alexander Calder se selló en una comida regada con Bordeaux Château La Conseillante en Saché, donde Calder accedió a pintar el coche para Poulain. Un proyecto mágico desde sus mismos inicios. Calder pintó una maqueta de juguete del coche ante los ojos de Poulain, y los colores le infundieron una fuerza dinámica al vehículo. Insistió en que «no había que cambiar nada durante la transferencia». En la rueda de prensa, cuando se le preguntó por el motor del coche, Poulain respondió con descaro «Solo funciona con el color», lo que provocó un momento de silencio atónito seguido de una sonora carcajada. Las últimas palabras de ánimo de Calder al inicio de la carrera – «Hervé, gana, pero con suavidad» – resonaron en la mente de Poulain mientras sentía el estímulo de un sueño hecho realidad y compartido por millones de personas.
El 1976 BMW 3.0 CSL de Frank Stella
Frank Stella, también conocido como «padre del minimalismo», optó por un diseño que se transfirió a la carrocería como un plano. Casi 50 años después, Stella y sus cigarros siguen muy presentes en la memoria de Hervé Poulain.
El año siguiente se produjo un fuerte contraste con el 1976 BMW 3.0 CSL de Frank Stella. También denominado «el anti-Calder», el coche presentaba líneas negras sobre un fondo blanco, como una especie de velo que sugiere más de lo que revela. El diseño resaltaba la belleza mecanomórfica oculta a la vista creada por los ingenieros y los mecánicos. A pesar de sus monstruosos 750 CV, era un coche frágil. Poulain recuerda el cigarro omnipresente de Stella y las peculiaridades técnicas del vehículo. Su copiloto, Peter Gregg, le advirtió sabiamente: «Ten cuidado, Hervé, es un coche para ingenieros, no para pilotos».
El 1977 BMW 320i Turbo de Roy Lichtenstein
Roy Lichtenstein estudió a fondo las 24 Horas de Le Mans para su BMW Art Car y, según su propia afirmación, le dedicó todo el esfuerzo posible. Un esfuerzo que ha merecido la pena.
En 1977, el BMW 320i Turbo de Roy Lichtenstein llevó al circuito una auténtica obra maestra del pop art. El coche llevaba en las puertas motivos de un amanecer y un anochecer que simbolizaban el ciclo del sol durante las 24 Horas de Le Mans. También llevaba los lunares característicos de Lichtenstein que le conferían una imagen felina. Su presentación en el Museo Pompidou fue un momento muy especial que se emuló 47 años después cuando Julie Mehretu firmó allí su BMW M Hybrid V8 (➜ Leer más: El BMW Art Car de Julie Mehretu). A pesar de su modesto motor de dos litros, la agilidad del coche en la lluvia sirvió de compensación y permitió alcanzar el puesto número nueve en la general y la victoria en su clase. Poulain recuerda con cariño la camaradería con su copiloto, Marcel Mignot, al que describe como «una roca».
El 1979 BMW M1 de Andy Warhol
«He intentado transmitir una representación vívida de la velocidad. Si un coche es realmente rápido, todos los contornos y los colores se hacen difusos.» – Andy Warhol
El clímax de este recorrido artístico fue el 1979 BMW M1 de Andy Warhol. Tras rechazar dos proyectos iniciales con la petición de «algunas Marilyns», Warhol viajó a Múnich y realizó un ejercicio de pintura de acción expresionista en el género del «bad painting» directamente en el coche en solo 28 minutos. En su primer relevo en Le Mans, Poulain hizo un trompo pero consiguió controlar el coche sin calarlo exclamando un: «¡Olé!» El BMW M1 consiguió un meritorio sexto puesto en la general y la segunda plaza en su categoría.
Estas historias de Hervé Poulain ofrecen una perspectiva fascinante de la intersección única entre arte y automovilismo. Sus colaboraciones con Calder, Stella, Lichtenstein y Warhol entre 1975 y 1979 no solo dieron lugar a emblemáticos Art Cars, sino que también crearon un legado que sigue sirviendo de inspiración. Cada coche, cada carrera y cada artista aportaron una nueva dimensión a la idea de lo que podía ser un automóvil: un lienzo en movimiento, una obra de arte y un testimonio de la creatividad sin límites y el espíritu osado de Hervé Poulain.
El compromiso continuo de Poulain con el jurado de los BMW Art Cars y su presencia en la presentación en París del 20 BMW Art Car obra de Julie Mehretu le llenan de alegría. «Es un honor que medio siglo después esta idea siga más viva que nunca», subraya. Sin embargo, también lamenta que los nombres de los conductores que dieron vida a estos coches suelan quedar en el olvido. Poulain enfatiza que las experiencias de los pilotos y los riesgos son un elemento inseparable del legado de los Art Cars y hace un llamamiento a que se recupere su reconocimiento.
¡Larga vida al arte! ¡Larga vida a la velocidad! ¡Larga vida a BMW, mi socio en la élite!
Para Poulain, el arte y las carreras son regalos para el público. Considera que el arte llena el silencio infinito de los dioses, mientras que las carreras le permiten luchar contra su finitud y disfrutar momentos de intensa alegría y realización personal. «¡Larga vida al arte! ¡Larga vida a la velocidad! ¡Larga vida a BMW, mi socio en la élite!», exclama, resumiendo su pasión inagotable y la profunda conexión entre el arte y la acción en su vida extraordinaria.
Autor: Tassilo Hager, Maryse Bataillard; Art: Madita O’Sullivan, Lucas Lemuth, Verena Aichinger; Fotos: BMW; Vídeo: BMW; Collages: Max-o-matic