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En el BMW i8 se combinan muchos atributos únicos: es deportivo, coupé o roadster, pionero, ofrece valor de marca, es innovador y tiene un diseño futurista. Todo un clásico del futuro.
Se acabó. Fuera. Finito. La producción del BMW i8 se ha detenido. Puede que los entusiastas del motor derramen un par de lágrimas, pero los responsables del BMW Museum y quienes cuidan de la inmensa colección de coches clásicos del BMW Group Classic están encantados de tener esta nueva incorporación. Un coche que, con su elegancia y su fuerza innovadora, sigue eclipsando a los modelos más jóvenes (y no solo a los deportivos).
Marc Thiesbürger, del BMW Group Classic, no tiene ninguna duda de que el público no olvidará el BMW deportivo híbrido enchufable (➜ Leer más: La gran comparativa de eléctricos) en mucho tiempo. «El BMW combina muchos atributos únicos», explica el experto en la historia de la empresa. «Es deportivo, coupé o roadster, pionero, ofrece valor de marca, es innovador y tiene un diseño futurista. Todo un clásico del futuro».
En 2014, cuando se inició la producción, el diseño del BMW i8 ya era futurista, y lo sigue siendo hoy. ¿Que si se le notan los años? De eso nada: al deportivo de BMW no ha envejecido ni un ápice. Al contrario, ambas variantes, el BMW i8 roadster o el coupé, siguen siendo una avanzadilla del coche del mañana. El diseño del BMW i8, aerodinámicamente sofisticado, retoma el planteamiento de los concept cars BMW Vision Efficient Dynamics, que se presentó al público en la Exposición Internacional del Motor (IAA) de Frankfurt, Alemania, en 2009.
La versión de producción del BMW i8 tenía un capó plano, «air curtains» en el frente, los bajos ocultos y canales de ventilación entre los focos y el bastidor del techo. El resultado era un coeficiente de arrastre (valor CW) de solo 0,26. El estudio conceptual de 2009 tenía puertas verticales, era híbrido enchufable y tenía tracción a las cuatro ruedas. Todas estas características se aplicaron en la versión de producción, que salió a la venta en primavera de 2014.
Metámonos en harina: el primer BMW híbrido enchufable combinaba lo mejor de ambos mundos. Por un lado, el placer de conducir (➜ Leer más: Historia del eslogan de BMW) y el excelente rendimiento de conducción que caracteriza a los coches deportivos, y por otro la tecnología eficiente y sostenible de los sistemas electrificados de los coches ecológicos. El motor del BMW i8 no es exclusivo: consiste en una combinación de un motor de combustión y otro eléctrico (➜ Leer más: Doce avances técnicos del motor de BMW).
El motor de combustión con la tecnología BMW TwinPower Turbo transfiere su potencia al eje motriz trasero, mientras que el eléctrico activa el tren delantero. Así se consigue tracción a las cuatro ruedas, lo que garantiza la alta adherencia que el coche necesita. Gracias al par de 250 Nm del motor eléctrico y al de 320 Nm del de combustión, el BMW i8 ofrece un rendimiento deportivo a altas velocidades y puede llegar a hasta 120 km/h solo en modo eléctrico, si se quiere (y con ello está libre de emisiones locales). En resumen, esta maravilla técnica ofrece el rendimiento de un deportivo y el consumo de un coche pequeño.
La potencia inicial pico del motor eléctrico era de 96 kW (131 CV), aunque finalmente alcanzó los 105 kW (143 CV). En combinación con el motor de gasolina de tres cilindros, la potencia total del sistema del BMW i8 es de 275 kW (374 CV). Esto le permite pasar de 0 a 100 km/h en solo cinco segundos (➜ Leer más: De 0 a 100). Otro dato igualmente importante: la autonomía puramente eléctrica del BMW i8 en las pruebas normativas superó los 50 km.
El diseño del chasis y la carrocería no son menos revolucionarios que el del motor. El habitáculo del copiloto está hecho de polímero reforzado con fibra de carbono (CFRP), combinado con un chasis de aluminio: una estructura ligera afinada a la perfección. Además, los ingenieros de BMW han conseguido una distribución de los ejes perfecta, al 50 %. Y como la batería está colocada en una posición inferior y bien centrada, el centro de gravedad del vehículo es muy bajo, lo que hace que el placer de conducir alcance niveles altísimos.
El carácter deportivo y la sostenibilidad (➜ Leer más: Las mejores ideas de upcycling) no son mutuamente excluyentes, y el BMW i8 también ha demostrado este punto. Los materiales utilizados en su diseño incluyen un cuero curtido con extractos de hojas de olivo, textiles innovadores con granulados de poliéster, derivados entre otros de plásticos PET reciclados, y aluminio, la mayor parte del cual proviene de fuentes reutilizadas. ¿No te parece suficiente? Cuando se lanzó, el BMW i8 fue el primer vehículo en serie del mundo que se podía equipar con faros láser, que reducen el consumo energético de todo el sistema de iluminación (aunque su ventaja principal, naturalmente, es que esta mejora proporciona una conducción más segura).
¿Cuál es la conclusión tras estos seis años de producción? Marc Thiesbürger, del BMW Group Classic, nos resume la importancia del BMW i8 con esta afirmación: «Podemos estar seguros de que este BMW se convertirá en todo un clásico de la marca entre los coches del futuro, gracias a las múltiples propiedades exclusivas que se combinan en él. En veinte años asegurarán que fue el primero de su clase».
Fotos/Vídeo: BMW; Autor: Nils Arnold