Descargo de responsabilidad: las imágenes, generadas con ayuda de la inteligencia artificial, se han producido con fines meramente recreativos y son una adaptación artística.
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Ha pasado un año desde que Joy y Forever (➜ Leer más: Cómic de Halloween: el miedo convertido en alegría) escaparon por los pelos – y gracias a la ayuda de un misterioso salvador en forma de BMW i4 – de un susto espantoso en Halloween. Su destino: Las Vegas. Vinieron a la ciudad del desierto buscando fortuna. Halloween de nuevo, pero esta vez el día de hoy solo debe ser motivo de diversión. Juntos asisten a un innovador espectáculo multimedia digital en un nuevo espacio de alta tecnología de la ciudad. Tiene la forma de una esfera de proporciones descomunales y consta de una cubierta formada por pantallas LED gigantescas tanto por fuera como por dentro.
«Y no te atrevas a mencionar la fecha de hoy. Ya ha pasado un año y quiero olvidarlo», dice Joy mientras aparcan el coche en el enorme garaje subterráneo plagado de recovecos y cierran las puertas. De pronto suena un claxon. En el rincón oscuro que hay detrás de ellos, las luces de un coche parpadean a intervalos inusuales. Está tan oscuro que solo se distinguen los faros y la parrilla de un BMW. «¿Los BMW hacen eso?» «¿Tú también lo has visto? Hay una sombra moviéndose por el capó», susurra Joy desconcertado. «No te vuelvas loco, vamos, el espectáculo está a punto de empezar».
Los primeros segundos de la experiencia multimedia hacen que los dos se olviden de todo lo que les rodea. El hipnotizador mundo de sonidos, luces e imágenes digitales cautiva a todos los espectadores. De repente, los LED se apagan y todo queda sumido en una oscuridad total. No se ve nada. Ni lo más mínimo. Voces, fragmentos de conversaciones que se oyen cada vez más alto, gritos. Después, silencio absoluto.
«¿Esto sigue siendo parte del espectáculo?», pregunta Joy. «Tengo un mal presentimiento. ¡Ya sabes qué día es hoy!» «Tienes razón». «Larguémonos de aquí», dice Forever. Ambos corren hacia la puerta, cuya señal luminosa de salida de emergencia está encendida en la pared LED de la parte inferior del escenario. Una pregunta les pasa por la cabeza. ¿Dónde están los demás visitantes? Empujan la barra hacia abajo. Casi están a salvo. Entonces, la puerta se cierra tras ellos. Se miran desconcertados. El instinto les dice que vuelvan a entrar. Forcejean con el pomo para abrir la puerta. No hay manera. ¿Y ahora qué?
Ambos se miran al tiempo que se apodera de ellos una aterradora sensación: «¡Estamos atrapados!» Joy y Forever se encuentran en una habitación oscura y estrecha. De pronto, la luz del techo comienza a centellear. Miran a su alrededor frenéticamente y escudriñan las paredes presas del pánico. Ninguna puerta. «¿Qué está pasando?» A la luz titilante pueden ver que las paredes están decoradas con rótulos y carteles de películas antiguas. Junto a una pared se amontonan viejos ordenadores y teléfonos con cable. En la pared de enfrente hay un grafiti, un rótulo de varios colores.
Joy lo lee despacio: «El placer es la clave...» En el techo descifran: Quedarse parado es avanzar. Pero no es más que una instantánea. Los carteles y las imágenes centellean, se distorsionan, desaparecen y vuelven a aparecer en otro lugar. Pantallas por todas partes. Todo es digital. Joy martillea contra el reluciente cristal de los monitores cada vez más aterrado. «¿Estamos en la tela de proyección? ¿Entre las pantallas? ¿En las pantallas? ¿Qué es lo que pasa?»
«Sé lo que es esto», dice Forever casi con un nudo en la garganta. «Es un escape room. Ya he estado en uno antes. Tenemos que resolver acertijos y encontrar una salida». «¿Una salida? ¿En serio? Nunca se me habría ocurrido, Forever. Pero, ¿por qué aquí todo parece tan digital? Esto no es real, ¿verdad? ¿O sí?»
Antes de que Forever pueda contestar, un crujido rompe el silencio. De pronto, las paredes se estrechan, la habitación se convierte en una cárcel cada vez más pequeña. Los colores se van volviendo más y más sombríos, las caras de los carteles de películas que aparecen en las pantallas se desfiguran y adoptan muecas maliciosas. Los caracteres se transforman en cifras, se inicia una cuenta atrás en números rojos intermitentes. «¿Qué querrán decir con quedarse parado?» «¿Ha llegado nuestro fin? ¿No vamos a sobrevivir?»
Sus miradas heladas reflejan el mismo pensamiento aterrador: Halloween les ha dado caza. Otra vez. Joy se desploma en el suelo. La cuenta atrás avanza implacable. «¡Espera!», grita Forever. «Este panel LED que tienes al lado no cambia nunca; hay un fallo de imagen. A lo mejor significa algo». Los dos examinan atentamente el panel del monitor. Los segundos parpadean en rojo. 7, 6, 5, 4… «Hay algo distinto. No tenemos elección. Pongámonos encima. ¿A lo mejor tiene un activador por presión? ¡No te muevas!»
De repente, la superficie de la pantalla se inclina y se abre una trampilla en el suelo. Los dos caen por un pozo corto y muy negro hacia la profundidad desconocida. Y aterrizan de un modo inesperadamente agradable – en el asiento de un coche. «¿Qué es esto?», grita Joy. «¿Un coche?»
Oscuridad total. Los dos palpan y tocan a su alrededor. «Sí, un coche», chilla Forever eufórica. «Aquí, toca el volante». Aturdidos, ambos intentan orientarse en la oscuridad. ¿Son libres? ¿O acaso han acabado en otra sala? No tardan en darse cuenta: hay que resolver otro acertijo. No encuentran ninguna palanca de cambios y no hay manera de accionar el botón de arranque. Pánico. Poco a poco se van encendiendo luces a su alrededor. La luz de los faros lo deja claro: están sobre un lago helado. Hace muchísimo frío. A su alrededor, a pocos metros de distancia, se alza un sombrío bosque de árboles lúgubres, desnudos y medio muertos, como un ejército de sombras. Tiran desesperadamente de las manillas de las puertas. No sirve de nada. El coche sigue cerrado.
«¡Oh, no, otra vez no!», exclama Forever señalando al display. En la pantalla se inicia una cuenta atrás digital. Cinco minutos. Se encienden más luces. «Tengo un presentimiento muy malo. ¿Qué tenemos que hacer?» Un ruido los sobresalta. Una grieta se abre en el hielo a lo lejos y se acerca crujiendo. Cuanto más alumbran los faros, más rápido se derrite el hielo. «Tenemos que ir allí. ¿Ves el túnel?», dice Joy y señala una zona negra y distorsionada que hay en la pared a unos 30 metros delante de ellos. «Tenemos que poner este coche en marcha. Es nuestra única oportunidad; si no, vamos a hundirnos». ¿Pero cómo?
Con manos temblorosas, tocan y pulsan todo lo que hay a su alrededor. Hasta que se oye un sonido distintivo. «Espera, ¿has oído eso?», pregunta Joy cogiendo la mano de Forever por detrás del volante. «Según donde toques en la moldura decorativa de colores del puesto de conducción suena un sonido distinto. Y aparece otro color. Sí: ¡la clave debe de estar en estos colores y tonos!» En la cuenta atrás rojo sangre quedan 55 segundos.
Forever mira a su alrededor a toda prisa: «Rápido, o nos hundiremos en el hielo. ¿De verdad todo esto es real?» «Después de lo del año pasado, no me cabe duda», dice Joy sarcásticamente y tiene una idea. «¿Te acuerdas del rótulo de la primera sala? La palabra placer estaba escrita en azul, rojo y amarillo. Tenemos que reproducir los sonidos en la secuencia correcta. ¡Pulsa!» La grieta del hielo se acerca a ellos cada vez más deprisa, se desprenden témpanos, la luz brilla cada vez más, la cuenta atrás avanza sin piedad. 11, 10, 9, 8…
Entonces, el botón de arranque se enciende de pronto. Se oye una secuencia de sonidos. Ahora o nunca. El BMW arranca. Como impulsados por la electricidad, salen disparados hacia la oscura entrada del túnel, huyendo del hielo que sigue resquebrajándose. El entorno empieza a difuminarse. «Como no haya una salida detrás de la oscuridad, esto se va a poner muy feo. Pero es nuestra única oportunidad». La negra entrada del túnel se acerca a toda velocidad. Los dos se preparan para chocar con algo incierto. 3, 2, 1… Silencio.
La oscuridad desaparece de repente y una luz deslumbrante envuelve el vehículo. Edificios altos, palmeras y grandes carteles publicitarios a izquierda y derecha: el Strip de Las Vegas. «¡Estamos fuera!», grita Joy, agarrando a Forever con ambas manos, temblando de alegría. «Lo hemos conseguido. Halloween no puede con nosotros».
Ambos se dirigen sonrientes hacia el amanecer en el BMW. Los casinos, los rascacielos y los letreros luminosos pasan volando junto a ellos. Pero a Joy le rondan ideas extrañas en la cabeza. ¿De verdad esto de ahora es la realidad? ¿Después de todo lo que han vivido? ¿Después de que Halloween se haya repetido? De pronto, con un ruido atronador, una enorme pantalla LED se estrella en la cuneta junto a ellos. Miran hacia arriba – hay un vacío negro en el cielo de color rojo sangre…
Autor: Markus Löblein; Art: Shin Miura & Madita O’Sullivan; Animaciones & Ilustraciones: The Traveler Ai Art